ALMA SONIDERA
Por Adela Halt
La vivencia y disfrute colectivo de la música para nada es algo nuevo, desde hace cientos de años nos reunimos con el fin de unificar los sentimientos que la música produce, pero las experiencias que un baile sonidero ofrece van mucho más allá de la música, los asistentes tienen un principal foco de interés, un “saludo”.
Los sonideros representan un espacio de identidad sociocultural, recorren y se instalan en lugares a donde ningún otro tipo de evento tendría acceso o interés en llegar.  Si bien, no es reconocido como un género musical, hay toda una base cultural que lo respalda, se desenvuelve en contextos bastante específicos y las calles de los barrios son los principales espacios que acogen los bailes, dándole cabida a todo el que se interese en formar parte. Niños, parejas, locatarios, vendedores ambulantes y perros callejeros se reúnen al son de la cumbia, esperando que fuertemente retumbe en el pavimento un “Saludos, saludos, sa sa sa saludos a la banda…”
Los asistentes demuestran que la música y el baile resultan decoraciones o pretextos de la existencia fundamental del sonidero, pues el alma de estos eventos son los famosos “saludos”, menciones que hace el moderador de consola a negocios y personas, volviendo loco al público que se arremolina en la cabina para lograr escuchar sus nombres por las bocinas sobre la pista de cumbia que mas les gusta.
El sonidero forma parte de un tejido social tan arraigado en los barrios que no tiene fecha de caducidad y que por el contrario a demostrado crecimiento y resistencia haciéndose todo un patrimonio cultural.
Alma Sonidera
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